Remedio de mi soledad, demonio de mis pensamientos.
Ángel en mis momentos, dios de mi cuerpo.
Hace tanto nos conocemos...
Y pensar, que ahora debo darte por muerto.
Me ayudaste a sobrevivir en mi mar de amargura.
Pero ya es momento de olvidarte sin soltura.
Me acogiste fuertemente como si de un hermano se tratase.
Ahora es el día en que por mi bien, del cerebro debo borrarte.
No es sano vivir contigo siempre a mi lado.
Ahora me doy cuenta del error que he invocado.
Si supieras cuanto te aprecio a pesar de que me estés matando.
Lograrías entender por qué siempre estuve dudando.
Espero converjas con la paz lejos de mi ver.
Hacer honor a tu sabiduría en todo quehacer.
El sentimiento de compañía que me diste no va a perecer.
Adiós antiguo yo, mi amado ser.
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